El Barcelona Femenino cayó eliminado de la Supercopa en penales (3-1) tras un empate por la mínima ante el Atlético de Madrid. El equipo catalán mereció mucho más después de un monólogo en Almería.
Los partidos planteados por Lluís Cortés siguen siempre el mismo guión, por calidad y estilo el Barcelona se puede dar el papel de que se juegue a partir de su propuesta y disponer de sus piezas para dictar el ‘qué’ y el ‘cómo’ se juega. Las catalanas salieron al partido con su XI tipo, marcado por un 4-3-3 con Paños, Marta, Mapi, Pereira, Leila, Aitana, Patri, Alexia, Hansen, Jenni, Mariona. Mientras que el Atlético (con nuevo entrenador, Sánchez Verá) buscaba contrarrestar con un 4-3-3 pero en funcionamiento antagónico al planteamiento de las culés.
Desde el principio el Barça dominaba el partido con su recurso favorito, el balón. Ya en juego el dibujo cambia, Graham fija en banda y busca el 1 vs 1 constante ofreciendo amplitud y profundidad para liberar los carriles centrales. Crear ocasiones por el centro y desequilibrar en banda es la constante en este equipo, con Mariona siempre buscando la superioridad en el centro al bajar a recibir y servir como apoyo y solución, funciona como una cuarta centrocampista y tercera delantera al mismo tiempo. Sin referencia arriba, Jenni tiene libertad y la terna del mediocampo se encarga de circular el balón, ocupar espacios y marcar las diferencias por el centro. Desde atrás tanto Mapi como Pereira son las iniciadoras de juego en corto y en largo, las lateral recurso y apoyo en la búsqueda de espacio libres.
El juego fue un clásico Atlético vs Barcelona acorde al estilo de cada club. Las madrileñas con un bloque bajo esperando alguna contra que les diera posibilidad de entrar al partido y así fue. Una jugada aislada lo cambió todo, dejando las decisiones arbitrales que condicionaron el partido, el gol de penal del Atlético decidió el resto. Con un gol de ventaja el equipo de Sánchez Vera pasó a un bloque aún más bajo y casi inamovible con el único propósito de no encajar.
Una genialidad sólo a la altura de Alexia metió al Barça a la prórroga, la grandeza de la capitana volvió a marcar el camino. En los penales tampoco hubo suerte. El Barcelona cae al recibir mucho castigo y nada de premio.
El Barça es un equipo que se alimenta de las adversidades, que crece de las victorias pero se inventa una mejor versión después de las derrotas. Está demostrado que este Barça no se da por vencido y que si pierde, lo hace con la cabeza siempre en alto, que partidos como estos le sirven para exigirse un poco más, para pedir más de un equipo que se exprime por hacer lo suyo, que si se trata de dejarse el alma escogen hacerlo bonito y escogen ese equipo una y otra vez sin pensarlo.
En busca del ‘algo más’, de eso que sigue faltando, de dar el paso al frente cuando las cosas se complican y cuando el rival entiende como hay que contrarrestar ese estilo de iniciativa casi excesiva. Sólo la falta de contundencia y agresividad dentro de los tres palos se puede echar en falta pero de reproches no se puede hablar. La brutalidad de los datos refleja la intención y el dominio del Barça, así como refleja que las cosas se están haciendo bien, que el futbol es bonito pero falta hacerlo más efectivo: 22 ocasiones creadas en 120 minutos. Y más allá, refleja la identidad de un grupo que ha decidido serle fiel a un estilo cuando resulta y cuando no, para ellas el camino sigue marcado.
Nadie lo expresa mejor: “Se te queda la cara de tonto increíble porque has hecho todo lo que podías para ganar pero no has ganado.” Lluís Cortés.
Aunque resulte injusto el futbol atractivo no siempre gana y este Barcelona nunca pierde porque ha demostrado que cada vez que cae se levanta con el doble de fuerza y las ideas no cambian. El estilo no es negociable.