Nueva directiva, nueva categoría, nuevo entrenador y nuevos referentes en la plantilla. El filial cambia constantemente y adaptarse es difícil, pero las exigencias de un club como el Barça hacen que los equipos se tengan que reconstruir en tiempo récord.
El Barça B debutó ayer ante el Algeciras en la nueva Primera RFEF, una categoría que se prevé que aumente la competitividad de la anterior Segunda B, y el filial lo pagó con un empate en casa. Arnau Comas fue expulsado en el minuto 60 por derribar a un rival siendo último hombre, y un gol olímpico visitante materializó la superioridad en el marcador.
Pero más allá de eso, conviene reflexionar sobre los mimbres de los que dispone esta nueva plantilla, así como los que tendrá que crear desde cero. Esta temporada, hay un contraste entre jugadores que crecieron mucho y están muy establecidos y otros recién llegados que buscan su adaptación y su sitio en la plantilla.
La mitad defensiva del equipo es, previsiblemente, donde menos sufrirá el equipo. Con Arnau Tenas, Comas y Balde, la defensa cuenta con la experiencia y el talento ideales para sostener al equipo. Además, incorporaciones como Guillem Jaime, que vuelve a casa, propician el entendimiento en salida de balón y la organización.
Sin embargo, del centro del campo hacia adelante faltaron referentes para construir el juego ofensivo. Esta tarea le fue encomendada en el primer encuentro a Álvaro Sanz, pero no es el perfil adecuado para ello. Por suerte, como un ángel caído del cielo, Jandro Orellana aceptó finalmente la propuesta de renovación del Barça para quedarse una temporada más y liderar la construcción del juego.
Sí que hay mimbres y talento en los interiores con Antonio Aranda, que hizo un buen debut, así como Lucas de Vega, Kays Ruiz e incluso Ilias Akhomach. Sin embargo, partió como titular el perfil menos “jugón” de los disponibles, Matheus Pereira. Se trata de un equipo lleno de “trescuartistas”, pero sin un interior organizador o que sea capaz de generar situaciones de peligro desde el pase.
El punto fuerte del centro del campo de este Barça B, sin embargo, puede venir a través de la llegada desde segunda línea o la conducción. El primer rasgo es uno de los principales de Pereira, mientras que Ilias, Aranda o Kays son muy habilidosos con el balón en los pies en los últimos metros del terreno de juego.
En ataque, la sensación es parecida. El B encontró el año pasado “por sorpresa” a Rey Manaj como referente en la punta, y tenía un líder nato partiendo desde el extremo diestro como Álex Collado. Esta temporada, con ambos en el primer equipo o buscando una salida, el filial está huérfano de jugadores que sean capaces de tirar del carro.
Ante el Algeciras las bandas fueron para Ferran Jutglà, un recién llegado, y Nils Mortimer, que perdió algo de protagonismo la temporada pasada. La punta la ocupó Gerard Fernández “Peque”, que estuvo mas ocupado en bajar a jugar e intentar encontrar los desmarques a la espalda de Jutglà que de buscar portería. Sin embargo, su ausencia tras 25 minutos por lesión afectó al juego del equipo.
Con la vuelta de última hora de Jandro Orellana, la perspectiva del colectivo cambia. Llega un jugador capaz de cohesionar al conjunto, de ser pegamento entre la salida de balón y los jugadores creativos en ataque. Además, la llegada de Ángel Rodado, cedido desde la UE Ibiza, hace intuir que en él tendrán al delantero referencia que permita crear a los de su alrededor. Dos incorporaciones de última hora que terminan de perfilar una plantilla ahora mucho más equilibrada y para competir al máximo nivel.